Continuidad de Maduro en el poder impulsaría nuevo éxodo venezolano y enciende alertas
Estimaciones apuntan a que un 10% tendría como objetivo Chile, donde ahora siguen ingresando 300 personas al día, que se suman a una población migrante de la cual no hay catastros oficiales desde 2022.
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No solo los venezolanos contenían el aliento el domingo pasado a la espera de los resultados de las elecciones presidenciales más relevantes en poco más de una década. Considerando sus consecuencias en el mayor éxodo jamás visto en América Latina, los gobiernos de Chile y el resto de la región también estaban expectantes al cómputo. Lo que allí sucediera desbordaría lo relativo a las relaciones exteriores, para transformarse en un asunto de política interna.
Así lo han demostrado los hechos desde la madrugada del lunes, cuando el Consejo Nacional Electoral de Venezuela declaró vencedor a Nicolás Maduro, ante la incredulidad de buena parte de la comunidad internacional. “El régimen de Maduro debe entender que los resultados que publica son difíciles de creer”, dijo el Presidente Gabriel Boric, sin demora. “La disputa se resuelve presentando las actas”, indicaría más tarde su par brasileño, Lula Da Silva.
Salvo excepciones, la posición de los gobernantes de la región ha ido desde la acusación de fraude, como la de Javier Milei en Argentina, hasta las exigencias de mayor transparencia, de lo cual también se ha hecho parte Gustavo Petro en Colombia.
Mientras que Estados Unidos ya reconoció como Presidente al opositor Edmundo González, quien habría ganado los comicios con el 73% (según declara la oposición citando actas del proceso), la confusión se apodera de Venezuela. Esta vez, no solo en forma de protestas, sino también con una confrontación directa entre Maduro y sus vecinos, ya que el Jefe de Estado, que ya suma 11 años en el Palacio Miraflores, pidió el retiro del personal diplomático de Chile y otros seis países.
Todo hace parte de un caótico relato que nubla el horizonte de los venezolanos; de aquellos que viven las penurias de la crisis económica en su propio país, de otros que añoran su tierra en una nación extranjera y de los que caminan por el continente en búsqueda de un nuevo destino.
Peak de migración
Hoy los venezolanos refugiados y migrantes en el mundo ascienden a 7,77 millones, equivalentes a alrededor del 27% de la población. De todos ellos, en la región se han quedado 6,59 millones.
Se trata de cifras que podrían abultarse con facilidad. “Desde antes del proceso electoral planteábamos que podría producirse un nuevo peak migratorio y eso va a empezar a pasar dadas las circunstancias”, sostiene Ligia Bolívar, investigadora asociada del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas. Por su parte, Claudia Vargas, socióloga experta en migración de la U. Simón Bolívar de Venezuela, indica que “este resultado electoral va a dictaminar la migración. Muchas personas estaban expectantes del resultado para tomar una decisión”.
De hecho, la encuestadora local Equilibrium-CenDE publicaba a fines del año pasado un sondeo que establecía en un 26% las intenciones de migrar en los próximos 12 meses, lo que equivale a 6,1 millones de personas. En tanto, en mayo de este año, en un estudio conducido por Meganálisis, el 41,1% respondió que migraría si no había un cambio de Gobierno después de los comicios.
Se trata de pronósticos que deben llamar la atención en Chile, a donde ha llegado alrededor del 10% de la diáspora, figurando como el cuarto destino predilecto en la región, después de Colombia, Perú y Brasil.
Nuestro país tiene una población venezolana regularizada de 532.715 personas, mientras que -según lo catastrado en empadronamientos voluntarios- se estiman en 70.647 las que permanecen irregularmente. Eso sí, estos datos oficiales entregados por el Servicio Nacional de Migraciones corresponden apenas a 2022, ya que recién en el último trimestre de este año actualizarán a 2023, por lo tanto, esas cifras serían más altas.
De hecho, la data procesada por el Centro de Políticas Migratorias (a partir de la información de la Policía de Investigaciones), entre 2010 y junio de 2024 ha ingresado por pasos no habilitados un total de 144.631 venezolanos adultos. Se trata de una cifra difícil de pesquisar, pues el mismo centro indica que el empadronamiento biométrico -al que se podía ingresar hasta junio del año pasado- contabilizó a 165.322 personas, equivalentes al 90% de ese catastro de extranjeros en el país.
Si bien es difícil tener una fotografía nítida sobre el estado de la migración venezolana, más complejo luce el desafío que viene. Álvaro Bellolio, exdirector del señalado servicio, asegura que podrían salir de Venezuela alrededor de 5 millones de personas. Además, detalla que en el peak de 2016-2018 “el flujo migratorio fue de casi 450 mil extranjeros", cifra que "es similar al que se espera en los próximos 18 meses”.
Alta tensión en el norte
En este escenario, el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, encabezó este jueves el comité de seguridad fronteriza en la comuna de Colchane, Región de Tarapacá, uno de los puntos críticos de inmigración irregular en el país.
La autoridad anunció un conjunto de acciones concretas al corto plazo para fortalecer el despliegue de efectivos policiales en la frontera norte con la adquisición de 33 camionetas, así como de nuevas cuatrimotos y furgones. Además, se incrementará la capacidad de vigilancia aérea con la compra de drones y una nueva cámara para el avión vigía.
Sin embargo, consultado frente al sostenido ingreso de personas y la expectativa de un gran incremento en el futuro inmediato por la crisis venezolana, Monsalve sinceró que “prometer que nadie va a ingresar sería construir una promesa falsa”.
Un panorama complejo que el propio alcalde de Colchane, Javier García, detalla señalando que, pese a que las autoridades locales no observan aumentos en los flujos migratorios actuales, diariamente continúan ingresando del orden de 300 personas a través de 70 pasos fronterizos.
“Se ha realizado un operativo más bien comunicacional. El Gobierno sabe que todas las medidas que han anunciado ya están en la zona. Esperamos que se trabaje de manera coordinada con todos los organismos del Estado, que el Congreso Nacional pueda mejorar la legislación migratoria, dotar de mayor facultad al Ejército y generar nuevos mecanismos para hacer expeditas las expulsiones”, apunta el alcalde a Señal DF, y recalca que las medidas anunciadas por el Gobierno no son suficientes para controlar la situación.
Respecto de la visión de las autoridades, Luis Thayer Correa, actual director del Servicio Nacional de Migraciones, señala que la política “vigente desde diciembre de 2023, establece como prioridad el reforzar el control fronterizo, normalizar la gestión migratoria junto con la integración de la población migrante”.
Perfil del migrante
Quienes podrían, a lo menos, intentar ingresar al país desde Venezuela son personas diversas. En primer lugar, Bolívar destaca que “se ha visto desde los primeros meses de este año un aumento de la persecución y, por lo tanto, de la migración de diferentes perfiles de la sociedad civil como periodistas, sindicalistas, dirigentes indígenas, dirigentes comunitarios, defensores de derechos humanos… Prevemos es que la salida de esos perfiles aumentará”.
Adicionalmente, la investigadora de la UCAB indica que emprenderán el viaje quienes estén motivados “por la emergencia, es decir, por las afectaciones en salud, educación, servicios…”, un perfil que no dista del observado en la pandemia y postpandemia, cuando “comenzaron a migrar familias completas”.
En definitiva, la naturaleza del éxodo no variaría mayormente. María Clara Robayo, investigadora del Observatorio de Venezuela de la Universidad de Rosario, explica que “los destinos (migratorios) son abiertos por las élites y luego se va ampliando a sectores de clase media y clases media bajas y luego a las clases más vulnerables”.
Eso es, justamente, lo que ha ocurrido con la ola migratoria venezolana. Robayo relata que luego de que Hugo Chávez llegara a la presidencia en 1999 y enfrentara un intento de golpe de Estado en 2002, se generó “una persecución muy fuerte a ciertas identidades políticas, marco en el que se dio una migración importante a Europa, Miami... Estamos hablando de élites políticas y económicas en Venezuela”. Ya en una segunda etapa, con la consolidación del chavismo, “comienza a salir capital humano”, señala Robayo, agregando que esta tendencia se incrementa en los primeros años de la década pasada.
Fue en este período que Chile comenzó a configurarse como destino. “Las primeras personas que llegaron tenían más recursos; mayores niveles de formación, por lo que su inserción social y laboral fue un poco más sencilla. Llegaban con visa, habían preparado más su llegada al país”, indica Juan Pablo Ramaciotti, director ejecutivo del Centro de Políticas Migratorias.
Ya en la tercera etapa del éxodo se comienza a hablar de una crisis migratoria, en el marco de una -también denominada entonces- crisis humanitaria. “2016 es el inicio y va aumentando con los años, sobre todo llegando a finales de 2018”, indica Robayo. Justamente, ese año es “en el que hubo más ingresos registrados” en Chile, según Ramaciotti.
En ese contexto comienzan a incrementarse los ingresos irregulares. “Los sistemas de países como Colombia, Perú y Chile colapsan, porque la región no tenía la capacidad para otorgar refugio” a ese volumen de migrantes, agrega la investigadora del citado observatorio. Bellolio recuerda que, particularmente, en 2018 “se enfrentó un proceso caótico”. Para entonces, los venezolanos llegaban “por tierra y no por avión, como al principio”, comenta Ramaciotti.
“Como nunca, empezamos a ver por las carreteras (de Sudamérica) a población de jóvenes, mujeres, niños, niñas, personas mayores, personas embarazadas…”, retrata Robayo.
Eso es parte de lo que se espera para este nuevo peak, aunque atravesado por tendencias adicionales en curso. “Debido a la ausencia de políticas públicas para la integración en los países receptores, muchos están tomando la decisión de irse a EEUU. No es necesariamente población que sale directamente de Venezuela, se trata de un segundo o tercer intento migratorio”, explica Bolivar.
En ese contexto, Bellolio destaca que en el horizonte de este problema también incidirá el desenlace de la disputa por el poder en Washington. “El resultado de la elección presidencial en EEUU tendrá un impacto significativo en los flujos migratorios desde Venezuela. Los republicanos (y su candidato Donald Trump) tienden a enviar señales de un mayor control en la frontera, lo que podría disuadir a algunos migrantes de intentar ingresar a ese país y buscar otras oportunidades en Latinoamérica”, anticipa.